Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana IX del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 12, 18-27.
Me gustaría quedarme en un versículo que puede parecer como «menor»: «no entendéis la Escritura ni el poder de Dios».
Siempre me ha apasionado la Palabra de Dios; por supuesto siempre me ha apasionado también el Misterio de nuestro Dios: siempre mayor que lo que podamos pensar, siembre sobrepasando nuestras pequeñas concepciones, por grandes que nos parezcan nuestras elucubraciones. Dios siempre mayor.
Ante el choque de Jesús con los saduceos (son estos los que le buscan), me gusta su respuesta: nuestro Dios, el Dios de la vida, Aquel que siempre va a estar por encima de lo que podamos pensar. Sea o no grande el pensador, Dios siempre siempre mayor. Una definición, o más bien una declaración, que a mí me vale: el Dios de la vida.
Vamos hoy a releer este pasaje evangélico, y a pedir a Dios que nos de capacidad para contemplar y sentir cerca, muy cerca, al Dios de la Vida revelado en Jesús. A Él la gloria por los siglos.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco