Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana XVII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 13, 36-43
El mensaje de la explicación de la parábola es claro: Dios, la vida, la verdad, al final va a vencer. Tenemos una llamada por parte suya, una vocación, clarísima a la vida.
Por supuesto que la parábola está «llena» de elementos culturales del tiempo de Jesús, y de nuestro tiempo y psicología, pero la exposición de esa vocación a la vida sería su objetivo, creo yo, fundamental.
Por otro lado se manifiesta como es lo que siembra Dios: siempre buena semilla. Dios jamás va a sembrar el mal o la discordia, el odio o el rechazo, la soberbia o el desprecio. Su semilla siempre será buena, de bondad, de Él mismo.
Hoy esta parábola nos invita a estar abiertos a Dios, abiertos al bien, a dejar que su semilla nos cale hondo, a convertirnos en esa semilla que brota de sus manos. Y a la vez, a vivir confiados en Él.
Puede que el mal esté muy cerca, a nuestro lado, pero al final, Dios va a vencer, nos llama y nos lleva a la vida: los justos brillarán en el cielo.
Estemos abiertos a Él.
José Luis, vuestro Párroco