Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XX del Tiempo Ordinario.
Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.
Lecturas: Ap 11, 19 a. 12, 1-6 a. 10, Sal 44, 1 Cor 15, 20-27. , Lc 1, 39-56.
Una fiesta peculiar, y llena de esperanza.
Hoy creo que mantener la imagen clásica y popular de María subiendo al cielo, admirada por los Apóstoles que van a su entierro, y llevada por los ángeles, está ya fuera de lugar. Estas imágenes son representaciones, y algunas de ellas realmente obras de arte, pero no dejan de estar influidas por la religiosidad popular (entrañables y con gran piedad y riqueza muchas veces), y por la cultura en que es explicada esta verdad.
El dogma, creo yo, debe ser entendido como contemplar a María plena y totalmente salvada. Ella ha sido salvada por el Señor porque ella ha sido la persona que más plenamente ha vivido la fe y la confianza en este mundo. El cántico recogido por Lucas en el Evangelio, refleja muy bien la persona de María: la mujer que se fía del todo de la obra de Dios en ella y en el mundo entero, que no es más que una sierva, pero en la cual Dios ha realizado grandes maravillas.
Hoy os invito a leer y releer el Evangelio, contemplando a María de Nazareth, sus sentimiento, su ser, y a leer las otras lecturas desde esta perspectiva: nuestra llamada a vivir la confianza en el Padre, y vivir y descubrir nuestra vocación a la vida plena, igual que María participa ya de ella.
Estemos un rato con el Señor. Contemplemos a María.
José Luis, vuestro Párroco