Jesús, médico de los cuerpos y de las almas, cura las heridas profundas de nuestra humanidad, para que podamos gozar plenamente de los dones de tu redención.
Haz que nuestros hermanos enfermos se sientan partícipes de tu pasión, y de ella obtengan la gracia y el consuelo.
Te ofrecemos, Señor Jesús, las acciones de este día y de este tiempo, prometemos servirte siempre con un corazón puro y leal.
Dirige tu mirada de bondad sobre los enfermos y los que sufren, que has asociado a tu cruz, para que sientan en consuelo de tu presencia.