Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado semana XXIV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Lc 8, 4-15.
La parábola de hoy está clarísima: una invitación a la acogida, a recibir la Palabra de Dios y a ser tierra buena y fértil que de fruto abundante.
Hay una pequeña frase que pienso que hoy dentro del ambiente de la parábola, podemos saborear: «quien tenga oídos que oiga».
La Palabra de Dios es para oírla, escucharla, dejarla que germine en nuestro interior, que se enraice, y dé fruto.
Ser conscientes de la Presencia del Señor en nuestra vida es realmente acoger su semilla, y dejar que brote en nosotros. No es tanto una acción personalista y voluntarista, sino dejar que El sea y habite en nosotros. Y nosotros deseemos ser esa tierra buena que le recoge.
Pidamos capacidad para oír y escuchar su voz.
José Luis, vuestro Párroco