Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana XXXI del Tiempo Ordinario.
Día 2 de noviembre, conmemoración de todos los fieles difuntos.
Lecturas: Jn 17, 24-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
He elegido este pasaje evangélico de los tres propuestos para este día, el segundo. Os lo envío para que lo tengáis más a mano.
Hoy es un día peculiar: ayer nos fijamos en todos los santos, los que ya gozan de la Presencia, y hoy recordamos con mucho cariño a los que ya han partido.
Ayer caíamos en la cuenta de nuestra vocación a la santidad, a la amistad con Dios. Hoy recordamos a los que han partido ya, y recordamos que un día cada uno también partiremos hacia el Padre.
Por ello me gusta esta lectura evangélica: Jesús mismo desea que estemos con Él. Primero desea tener con cada uno de nosotros una relación íntima, intensa («conocer» en la Biblia tiene ese sentido: una estrecha relación): nosotros con Él y con el Padre con quién está tan íntimamente unido, en una total comunión (son uno); y lo segundo, nos desea la vida, desea que estemos con Él, que vivamos en Él.
Recordar con cariño a los que han partido, recordar también nuestra partida, es vivir sabiendo que tenemos una vocación a la vida, a vivir unidos en el Misterio y fuente de la vida que es Dios. Que este deseo del mismísimo Dios nos llene en este día de paz y esperanza. Descubramos un día más al Dios de la Vida.
José Luis, vuestro Párroco