Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Lunes después de Navidad. Ciclo C
San Juan, apóstol y evangelista
Lecturas: Jn 20, 2-8.
Choca bastante en estos días navideños que la Iglesia hoy nos proponga contemplar el descubrimiento de la tumba vacía, así como la propia fiesta de San Juan Apóstol y Evangelista.
Juan es un místico, alguien muy cercano al Señor, muy cercano e íntimo. Tanto que «se reclina» sobre su pecho y dormita encima de Él. Una postura atrevida, que muestra una gran intimidad.
Una intimidad muy fuerte que también se reconoce cuando el Señor le confía el cuidado de su propia Madre.
Y una intimidad tan atrevida que Juan nos narra que la propia Palabra de Dios se hace uno más, y da testimonio de lo que él mismo ha vivido: el don de Dios que es el mismo Jesús.
Si leemos su Evangelio y sus cartas, nos sorprenderemos de cómo esté buen hombre vivió la cercanía con el Maestro. No sé si directamente salieron de sus manos esos escritos, pero si estoy convencido que refleja su vivencia íntima e intensa de Jesús.
El Evangelio de hoy nos nuestra a Juan corriendo hasta la tumba, deseando ver qué ha pasado, y en comunión con otro con quién ha compartido esa intimidad. Juan el apóstol «Amado», por el Señor. Y un Dios que se nos revela como quien ama.
Os invitaría hoy a leer este Evangelio, a sentir el deseo de Juan a descubrir lo que pasa, a sentir también el amor hacia el Maestro, y a pedirle ,»déjame sentirme amado», como Juan.
José Luis, vuestro Párroco