Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana I del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 1, 21-28.
Hoy el Señor Jesús inserto en la sociedad de su tiempo, en una población, como podría ser nuestro Madrid, o cualquiera de nuestros pueblos y ciudades, Cafarnaún, enseña y predica rodeado por sus discípulos y amigos. Su autoridad, habla de lo que siente y vive, no de lo que le han contado o ha aprendido, además se consolida cuando vence al espíritu inmundo, al mal.
Podemos hoy así contemplar a Jesús: enseña y muestra la verdad y vence al mal.
Pero también podemos hoy pensar qué es aquello de nuestro interior, lo que nos da angustia y ansiedad, lo que nos impide ser libres y felices auténticamente, de lo que nos puede liberar el Maestro. No sólo es aquello que contemplamos fuera, sino también lo que Él puede hacer en nuestro interior, en cada uno de nosotros.
Podemos visionar al Señor en este pasaje evangélico, y pedirle, «Señor, salvame».
José Luis, vuestro Párroco