Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Lunes semana II del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 2, 18-22.
Estoy muy habituado a estar entre lo sagrado: desde siempre, mi vida ha estado muy unida a la iglesia, al altar, a la Palabra. Digamos que el terreno sagrado para mi es muy cotidiano. Ahora y desde siempre.
Tan habituado que forma parte de mi cotidianidad.
A ves no caigo en la cuenta de lo especial que es lo trascendente y lo sobrenatural. Tal vez sea por ello.
Hoy con este Evangelio creo que la Iglesia nos invita a darnos cuenta de lo maravilloso y alucinante que es Dios, que es Jesús: Alguien que llena de vida y armonía todo lo que le rodea.
Pienso que hoy con estas palabras se nos llama a darnos cuenta de esto: sentir que Dios, nuestro Dios, es muy especial. Tanto que es el único que puede dar respuesta a nuestros anhelos e inquietudes más hondas, y llenarnos de su Presencia de continuo.
como dice el mismo Evangelio de hoy, sentir la presencia y el amor de nuestro Dios, un Dios siempre fiel y leal, nos puede llenar, y las angustias y lutos que podamos sentir, Él mismo las puede transformar en vida.
Estemos con Él, y sintamos la maravilla de su ser, de su amor.
José Luis, vuestro Párroco