Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes semana II del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 2, 23-28.
Me sorprende la tremenda libertad de Jesús hacia todas las cosas, hasta hacia lo sagrado.
No estamos en tiempos en que lo sagrado tenga especial relevancia para nada. Aunque sí hacemos sagradas realidades que, a mi entender, no lo son: ¿cuántas cosas hoy se nos presentan como absolutas?: el bienestar, la presencia física, la apariencia, el disfrutar, el centrarnos en uno mismo, la seguridad, mi entorno burbuja familiar y social, el yo…
Creo que el Maestro hoy nos propone poner el corazón en lo que es auténticamente importante y sagrado: la vida, la vida no solo de los que me rodean, sino la vida. Todo está al servicio del ser humano, realidad sagrada por excelencia, y nadie está excluido de esa realidad. E incluso el Maestro me propone denunciar, como Él, aquello y va en contra de la vida de cualquiera, hasta de los que «no cuentan o no valen».
Por tanto, mis actitudes como discípulo tendrían que estar empapadas de los sentimientos de nuestro Dios, para quien toda persona es sagrada. Mis actitudes, siempre invitando a la vida en todo mi realidad, no solo en unos pocos.
Jesús manifiesta una gran libertad buscando, presentando y proponiendo lo importante. Estemos con Él, dejémonos transformar por Él.
José Luis, vuestro Párroco