Ante la celebración de la fiesta de Nuestra Señora de Madrid, que nos acompaña día a día en la vida parroquial y familiar, recordamos el rezo del Ángelus. Es una costumbre que sería bueno retomar sobre todo a mediodía. Se puede hacer personalmente, en silencio o en grupo, en casa o en la calle. Recordar una, dos o tres veces al día (al inicio del día, a mitad y al final del día), que Nuestro Señor se hizo uno de nosotros para nuestra salvación; que vino al mundo a través de María y que nosotros iremos hasta Él también a través de María. Es camino seguro y protector. Tradicionalmente en Ángelus se reza a medio día (12:00pm), pero solía rezarse también por la mañana al empezar la jornada (6:00 am) y por la tarde al caer el sol (6:00pm). La idea es hacer una pausa (no dura más de 5 minutos) y ponerte en presencia del Señor., incorporarle a nuestra vida diaria.
Esta hermosa oración tuvo un proceso que duró casi tres siglos para tomar la forma final como la rezamos hoy. La historia cuenta que fue fue Fr. Benito de Arezzo alrededor de año 1250 que empezó a cantar o recitar, a la caída de la tarde, la antífona: «El ángel habló a María» mientras sonaban las campanas. El primer documento oficial del Ángelus lo encontramos en un catecismo impreso en Venecia en el año 1590 con una indulgencia concedida por el Papa Paulo III. Benedicto XII en 1724 fomentó la oración al conceder con el breve «Iniunctae nobis», cien días de indulgencia por cada vez que se rezara y una plenaria al mes al que lo rezase diariamente de rodillas por la mañana, a mediodía y por la tarde al toque de las campanas. Benedicto XIV estableció el 20 de abril de 1742 que durante el tiempo Pascual se sustituyese el Ángelus por la antífona: Regina coeli. Y en 1815, Pío VII, añadió al Ángelus tres glorias al Padre en acción de gracias «por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos».
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¿CÓMO SE REZA?
La oración es el relato de la Anunciación y ofrece un recurso maravilloso para la meditación cotidiana. Se reza a dos voces, si es posible, y luego de cada estrofa se reza un Ave María. Al finalizar las estrofas hay una oración breve y se culmina con tres Gloria.
El Ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María…
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María…
Y el Verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María…
Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oremos: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…(tres veces)
Durante el tiempo Pascual (incluyendo Pentecostés) en lugar del Ángelus se reza el Regina coeli, oración que nos invita a alegrarnos junto con María por la Resurrección de Nuestro Señor Jesús. Esta oración también es a dos voces y culmina con una oración breve:
Reina del cielo, alégrate. Aleluya.
Porque el Señor, a quien mereciste llevar. Aleluya.
Ha resucitado, como lo había dicho. Aleluya.
Ruega al Señor por nosotros. Aleluya.
Goza y alégrate, Virgen María. Aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Oremos: Oh Dios, que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.