DICHOSOS Y BIENAVENTURADOS
Las bienaventuranzas, la carta magna del Reino de Cristo, nos las sabemos, pero no vivimos según su espíritu. Tenemos miedo a las bienaventuranzas, las cambiamos, las dulcificamos, las ponemos adjetivos, porque escucharlas como salieron de los labios de Cristo nos parece excesivamente duro.
Evidentemente que Cristo no quiere la pobreza, no quiere que todos estén llorando, no quiere que todos estén perseguidos, no quiere que todos padezcan hambre. Quiere todo lo contrario: quiere la justicia, la fraternidad, la igualdad, que no haya gente que vive en la abundancia y gente que carezca de todo.
Cristo quiere que todos seamos iguales, que aceptemos su Reino, que nos compromete a todos, que nos hace compartir las riquezas de los ricos y superar la pobreza de los pobres. Un Reino en el que no haya llantos, sino paz y alegría, comprensión y gusto por vivir. Un Reino en el que nadie se erija como juez, sino como servidor de su hermano; en el que no haya opresores y víctimas injustas, sino que todos nos amemos y trabajemos en una misma empresa y en una misma esperanza.
Este es el gran mensaje de Jesús, éste es el espíritu de…
Tomado de la “Hoja” llamada HOY DOMINGO que nos ofrecen varios sacerdotes desde el Arzobispado de Madrid en su servicio de liturgia. Para leer el texto completo y más información para la semana, hay que entrar en este vínculo: hoja hoy domingo para este día