Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes de la semana II de Cuaresma. Ciclo C.
Lecturas: Mt 21, 34-43.45-46
Realmente nos presenta el Señor un pronóstico más de su Pasión mediante esta parábola.
Podemos encontrar en este relato cómo el Padre envía, manda, encarga la petición de frutos, aunque al final manda a su propio Hijo. Aunque le cueste la vida.
Sin embargo, mediante esta entrega, nos revela el estilo, el talante de nuestro Dios: el estilo de la entrega, de hacer valer lo que no vale, lo que despreciamos, lo que no cuenta para el estilo del mundo, pero que Él lo transforma en fuente de vida.
Jesús actúa y habla con profunda libertad, frente a la falta de libertad de los dirigentes que le oyen.
Hoy podemos leer este pasaje evangélico, descubrir a Jesús en él, y descubrir un día más la pretensión del Padre, la salvación del mundo, los frutos buenos, los frutos que den vida.
¿Nos apuntamos a contemplar cómo es nuestro Dios, y a decidir dar los frutos deseados por Dios?
José Luis, vuestro Párroco