Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles de la Octava de Pascua.
Lecturas: Lc 24, 13-35.
Un relato lleno de misericordia, entrañable.
En el camino de la vida, lleno de profundas decepciones, fracasos y pecado, lleno hasta de vergüenza por no haber sabido actuar bien, Jesús se hace presente, se acerca, y se pone a caminar con estos dos discípulos. Les da luz a su momento (no se lo «arregla», pero si da un sentido).
Ante estas palabras, su corazón se va ensanchando y dilatando. No se sienten condenados, sino van abriendo su horizonte de entendimiento.
Tal vez a veces, cada uno de nosotros nos sintamos así.
Hoy el Señor nos interpela, y nos dice que aquí está: en nuestro camino, en nuestra vida, en nuestro ser.
No le importan ni nuestros fracasos, ni nuestro pecado. El se sigue acercando, y casi hasta nos pide que le dejemos estar en y entre nosotros.
Hoy para mi es un día un poco especial: hace 31 años que fui ordenado.
En tanto tiempo he vivido muchas experiencias, pero la mejor es que Jesús se me sigue acercando, y sigue habitando y estando en mi vida. Tal vez en más de un momento le haya sido infiel,o no haya sabido ser discípulo, sin embargo sigue estando aquí, en mi vida, en mi.
Hoy os invito a sentir así a Jesús: muy presente en nuestra vida. Y a pedirle e insistirle » quédate con nosotros, quédate conmigo»
José Luis, vuestro Párroco