Para leer el Evangelio: domingo 6 septiembre 2020

Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario.

Ezequiel, 33, 7-9; salmo 94; Romanos 13, 8-10 y Mateo 18, 15-20

Me resuenan dos o tres frases de estas lecturas: “a nadie le debáis más que amor”, “escuchad hoy su voz, no endurezcais vuestro corazón”, “allí estoy yo”.
Leer y releer estas lecturas y contemplarlas es saborear la presencia del Señor en nuestra vida: Él habita realmente dónde estamos, en nosotros, en cada uno y en la comunidad. Y Él, diría San León Magno, desea “mirarse en nuestro ser como en un espejo” es decir, podemos dejar a Dios ser Dios en nuestra persona, sentirle, vivirlo, ir actuando como Él y con Él, vivir cada día más el amor, su Presencia, como diría San Pablo.
Tengo poca simpatía a este pasaje evangélico. Bueno a una parte suya. Lo de la corrección fraterna, no me gusta. Tal vez porque en base a ella, se han hecho realmente momentos crueles por parte de alguna persona que se cree en posesión de la verdad. Y desde luego que fraterno ha sido poco. Pero me encanta esa última parte: Yo estoy entre vosotros y con vosotros. Vivir hoy su Presencia es desear vivir hay su amor.
Qué lo sintamos y que lo vivamos.

José Luis, vuestro Párroco