Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes XXVIII del Tiempo Ordinario. Lucas 12, 1-7
Tengo la experiencia de tener gatos. Siempre me han gustado los animales. El maltrato humano y animal es una de las realidades que más me aterran.
El maltrato, en cualquiera de sus formas: físico, psíquico, irónico…me asquea. Tanto en personas como en animales.
Para mi es maravilloso el abrazo: hay tanto contenido en un abrazo con una persona. Igual que el acurrucar a un gato o perro…que se deje, claro.
El Evangelio de hoy nos habla de esos abrazos: tenemos un Padre del cielo que nos abraza. Utilizando la comparación del propio Evangelio: estamos en sus manos como un gorrioncito. Acunados en sus manos de Padre y Madre.
Hoy al leer y releer este pasaje evangélico, y al contemplarlo en el silencio podemos tener en la cabeza la última frase: «no hay comparación entre nosotros y los gorriones». Nos podemos sentir acunados en las manos del Padre, que nos ama y nos desea intensamente.
José Luis, vuestro Párroco