Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes XXX del Tiempo Ordinario. Lucas 13, 18-21
Si quisiera poner título a este pasaje evangélico, le llamaría «Evangelio del Dios escondido»
Efectivamente, esta lectura nos revela un día más al Dios de Jesús: es un Dios que no se hace ver ni notar por lo llamativo, bien diferente de nuestros líderes y dirigentes, ya sean civiles o religiosos, pero que actúa, aunque de forma diferente: tampoco llamativa, pero si eficazmente. También aquí es muy distinto de tanta aparatosidad como nos rodea.
Hoy Jesús nos presenta a su Padre, nuestro Padre, que en lo sencillo y escondido va obrando y actuando, y lo inunda todo con su presencia. Aunque nos hacen falta ojos para ver. Está y habita realmente en nuestro interior, en el interior de toda la creación, y ahí le podemos dejar actuar en nosotros y en toda la vida.
Os invito a leer este Evangelio, y a dejarnos llenar por Él. A gustarlo internamente, a sentir su Presencia. Sentirle habitando en nuestro ser, en nuestro interior. Curiosamente, a visitarlo en lo más hondo de nuestra persona. Ahí está. Sintámoslo. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco