Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes XXX del Tiempo Ordinario. Lucas 14, 1-6
Creo que hoy Jesús pone el dedo en lo que es importante realmente.
Primero, la total libertad del Maestro. En casa de un fariseo, ante un grupo de ellos, entrando para comer y compartir la vida, no le importa entrar de lleno ante una situación complicada que le han tendido: han puesto en sábado delante de Él a un hombre enfermo. Una libertad asombrosa.
Segundo: dejar bien claro que es lo importante para Él, para Dios: sana, cura, salva. El ser humano, alguien central para Dios. La capacidad de salvar y sanar por encima de todo (hasta de una ley religiosa). Dios pone al hombre por encima de todo.
Tal vez hoy y ahora deba darme cuenta una vez más de quién soy yo para Dios: igual que aquel hombre, soy importante para este Dios que me ama sin condiciones, y que me pone por encima de cualquier norma. Sentirme amado y querido por Él. Aunque a veces atraviese valles y caminos oscuros.
Y, también, saber que Él me invita a llevar esa liberación y sanación radical allí donde estoy, con mis posibilidades y capacidades. A veces limitadas, pero lo poco, o mucho, que pueda hacer, Él me invita suavemente a realizarlo. Portar su amor.
José Luis, vuestro Párroco