Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana IV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 6, 1-6
Creo que esta reacción de los vecinos y parientes de Jesús se puede deber a su desconocimiento de cómo es el Dios que el Señor presenta y revela: un Dios cercano, humano, inmerso en el espesor de la realidad más humana.
Ante esta sorpresa, hay dos opciones: se puede aceptar…o se puede rechazar.
Hoy se nos invita a elegir: ¿aceptamos a este Dios que es puro amor, cercano, profundamente humano y por ello hasta «débil» en la eficacia (nos gustaría a veces tanto que hiciera los milagros que nos apetece…), pero que puede llenar de vida y sentido todo nuestro existir…?
Un Dios muy diferente al deseado por nuestros caprichos, pero un Dios «siempre mayor» que lo pensado e intuido por la mente humana.
Jesús vivió como nadie a este Dios. Una comunión con Él profunda. Tanto que Él y el Padre son uno.
Vivamos unidos con Jesús, unidos con este Dios.
José Luis, vuestro Párroco