El 18 de febrero recordamos al Beato Juan de Fiésole, Dominico, presbítero y pintor que siguiendo de cerca a Cristo, lo que contemplaba interiormente lo expresaba en su obra para atraer a los hombres a los bienes eternos.“Quien hace las cosas de Cristo, debe vivir con Cristo siempre”. Esto repetía frecuentemente fray Juan da Fiesole, hoy es más conocido como el Beato Angélico.
Es uno de los máximos pintores de todos los tiempos. Se dice que ejercitaba el arte de predicar con el pincel, expresando en sus representaciones lo que contemplaba en su interior. Supo combinar la vida de consagrado con la de artista. Fue llamado Angelico y también Beato por su temática religiosa, la serenidad de sus obras y porque era un hombre de extraordinaria devoción. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 3 de octubre de 1982 pasando a ser el «Beato Fray Angelico». En el año 2000 fue nombrado patrono de los artistas.
Nació con el nombre de Guido de Pietro da Mugello en Vicchio de Mugello (Florencia) cerca del año 1390. El año 1418 ingresó en un convento en Fiesole y alrededor de 1425 se consagró fraile dominico. Aunque se desconoce quién fue su maestro, se cree que comenzó su carrera artística como iluminador de misales y otros libros religiosos. Después empezó a pintar retablos y tablas.
Entre las obras importantes de sus comienzos se cuentan «Madonna de la estrella» y «Cristo en la gloria rodeado de santos y de ángeles», donde aparecen pintadas más de 250 figuras diferentes. También a ese periodo pertenecen dos obras tituladas «La coronación de la Virgen» y «El juicio universal». La madurez de su estilo se aprecia por primera vez en la «Madonna dei Linaioli», en donde pinta una serie de doce ángeles tocando instrumentos musicales.
En 1436, los dominicos de Fiesole se trasladaron al convento de San Marcos de Florencia. Fray Angelico, sirviéndose a veces de ayudantes, pintó numerosos frescos en el claustro, la sala capitular y las entradas a las veinte celdas de los frailes de los corredores superiores. Los más impresionantes son La crucifixión, Cristo peregrino y La transfiguración. El retablo que hizo es una de las primeras representaciones de lo que se conoce como conversación sacra: la Virgen acompañada de ángeles y santos que parecen compartir un espacio común. Allí pintó una Anunciación.
En 1445, Fray Angelico fue llamado a Roma por el papa Eugenio IV para pintar unos frescos en la capilla del Sacramento del Vaticano, hoy desaparecida. En 1447, pintó los frescos de la catedral de Orvieto junto con su discípulo Benozzo Gozzoli.
Sus últimas obras importantes, los frescos realizados en el Vaticano para decorar la capilla del papa Nicolás V, representan episodios de las Vidas de san Lorenzo y de san Esteban, y probablemente hayan sido pintados por ayudantes a partir de diseños del maestro. Desde 1449 hasta 1452, Fray Angelico fue el prior de su convento de Fiesole. Murió en el convento dominico de Roma el 18 de marzo de 1455. Está enterrado en la Iglesia de Santa María sopra Minerva de Roma.
En su obra combinó la elegancia decorativa del gótico con el estilo más realista de otros maestros del renacimiento y aplicó también las nuevas teorías sobre la perspectiva. Las expresiones de devoción en los rostros son muy logradas, así como la utilización del color que consigue dar mayor intensidad emotiva a la obra.
Su maestría en la creación de figuras monumentales, en la representación del movimiento y en la capacidad para crear planos de profundidad a través de la perspectiva lineal lo confirman como uno de los pintores más importantes del primer renacimiento.
En España, en el Museo del Prado de Madrid se conserva una de sus obras más representativas: La Anunciación; el Museo Thyssen-Bornemisza posee La Virgen de la humildad, depositada en el MNAC de Barcelona y la Casa de Alba posee La Virgen de la granada.
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