Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana XIV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 10, 1-7.
Creo que nos puede sorprender bastante el “no vayáis a los paganos”
Sin embargo, es una prueba más del amor incondicional de nuestro Dios: tanto se “abaja” que se hace uno de tantos en su tiempo: los judíos tenian muy claro que eran el pueblo elegido por Dios y en ellos va a brotar la salvación, aunque, para ellos, la salvación es el poder político en este mundo. Ellos “van a dominar”.
Jesús, Dios hecho hombre en un tiempo y pueblo concreto, va a participar de esta convicción, aunque irá madurando, y al final vivirá la salvación universal: Dios es para todos. Digamos que Dios se encarna por amor a toda la humanidad en un momento concreto, Y tendrá que madurar como todo ser humano.
Unido a esta “consecuencia” de la encarnación está el proyecto que plantea el Señor: sanar, expulsar el mal, anunciar el Reino…y todo ello contando con personas, con hombres como nosotros, con capacidades y limitaciones, abiertos a Él. Los Apóstoles no son gente perfecta: son personas, como nosotros: pero con quién Dios cuenta para ir haciendo presente su Reino. Igual que cuenta con cada uno de nosotros.
Podemos hoy escuchar esta Palabra, hacer silencio, saborearla, y pedirle al Señor que poco a poco seamos de los suyos. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco