Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado semana XVII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mt 14, 1-12.
Se nos cuenta hoy el martirio de Juan Bautista.
Me gustaría quedarme en dos detalles que se nos podrían pasar desapercibidos, pero que tal vez nos puedan ayudar, más que quedarme en la muerte injusta de un gran hombre. En su fiesta, a últimos de agosto, lo veremos.
Nos cuenta Mateo que Herodes oyó algo que se contaba de Jesús. Me imagino que Jesús como acontecimiento en su tiempo tuvo que ser fuerte: un rabino carismático que arrastra multitudes, y levanta interrogantes, como el pensamiento provocado a Herodes.
¿Qué me levanta y sugiere hoy Jesús a mi? Estamos en tiempos duros y difíciles; debo confesar que tan solo el encuentro con Jesús me da paz. En mitad de la dureza de la epidemia, y de la dureza de la vida, reconozco que solo mi experiencia religiosa me da paz, y alegría para caminar. El Señor hace posible que pueda gustar y saborear la vida, y cada día más tengo la necesidad del encuentro con el Señor, aunque sea una realidad que se me va de las manos, y que no domino; Él me da paz.
El otro detalle es que los amigos o seguidores de Juan «recogen el cuerpo, lo entierran, y van a contárselo a Jesús». ¿Qué verían en Él para ir a contar lo ocurrido con su maestro, sabiendo que tal vez ambos líderes, Jesús y Juan, pudieran ser «oponentes»? Seguramente también vivirían que ambos se entendían, y «no se hacían la competencia» Entre humanos realmente grandes y con clase, no hay competencia (¡¡¡ tanto que aprender !!!). Los seguidores de Juan se sienten comprendidos y aceptados por Jesús.
Hoy podríamos respondernos sobre que me digo de Jesús, y si esa comprensión y acogida que muestra para los discípulos de Juan, la siento yo en el Señor.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco