Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XXVIII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Sab 7, 7-11, Sal 89, Heb 4, 12-13, Mc 10, 17-30
El Evangelio de hoy nos invita a una reflexión profunda: ¿dónde tengo yo puesto mi corazón?
Hay un pequeño detalle que para mí es muy significativo: antes de contestar Jesús a aquel que se le acerca, nos cuenta San Marcos, “le amó”. Otras traducciones nos dicen “se le quedó mirando con cariño”.
Antes de dar una respuesta, Dios ama a los hombres; antes de que demos una respuesta a su seguimiento, Dios nos ama.
¿Qué es la sabiduría, nos diría el autor sagrado de la primera lectura? Descubrir ese gran y profundo amor. Un descubrimiento que nos puede llevar a vivir entregados, como hizo Jesús, y como, en definitiva, propone a ese que se le acerca. Pero es una forma de vida que plenifica, que da mucho más que lo que podemos dar, como también dirá Jesús al acabar el Evangelio de hoy, con esa expresión de “cien veces más”
Vivir la sabiduría cristiana es dejar que la Palabra, como indica la carta a los Hebreos, nos cale, y sea el eje fundamental de nuestro ser.
Podemos hoy contemplar este Evangelio, y pedirle al Señor que sea Él el centro de nuestro ser. Estemos abiertos a Él.
José Luis, vuestro Párroco