Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana XXIX del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Lc 12, 39-48
Nuevamente Jesús nos invita a estar en vela, en guardia, a tener ojos para ver y para sentir, es más, para vivir.
Vivir estando en vela es vivir con capacidad contemplativa, sentir como Dios se hace presente en mi vía, y actuar en consecuencia. Mejor dicho, vivir la realidad de la Presencia de Dios en mi vida.
Hay una expresión clásica en nuestra fe que me cuesta asumir: el «temor de Dios». No me gusta la posible intuición de pensar que hay que tener miedo a Dios.
Me suele gustar entender esta expresión como «tener miedo a ofender a Dios, o no desear actuar sin amar». Es decir, Dios está presente en la vida (estar en vela), y yo deseo vivir agradando a Dios, viviendo su amor.
Estar en vela y vivir es, en definitiva, vivir el amor.
Contemplemos hoy este Evangelio así: invitación a vivir la Presencia del Amor sin límites, desde el Amor.
José Luis, vuestro Párroco