Nuestra Señora de Fátima (13 mayo)

El acontecimiento de Fátima

«Por la misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto» Lc 1,78
Fátima sucede como una irrupción de la luz de Dios en las sombras de la Historia humana. En el amanecer del siglo XX, hace eco, en la aridez de Cova de Iria, la promesa de la misericordia, recordando a un mundo arraigado en conflictos y ansiosos de una palabra de esperanza de la buena nueva del Evangelio, la buena noticia de un encuentro prometido en la esperanza, como gracia y misericordia.

«No temáis. Soy el Ángel de la Paz. Orad conmigo.»
Es como una invitación a la confianza que inaugura el acontecimiento de Fátima. Precursor de la presencia de la luz de Dios que disipa el miedo, el Ángel se anuncia por tres veces a los videntes, en 1916, con una convocatoria a la adoración, actitud fundamental que los ha de predisponer para acoger los designios de la misericordia del Altísimo. Es esta convocatoria al silencio habitado por la presencia trasbordante del Dios Vivo la que se ve reflejada en la oración que el Ángel enseña a los tres niños: Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo.

Postrados por tierra, en adoración, los pequeños pastores comprenden que allí se inaugura una vida renovada… Al recibir del Ángel la Eucaristía, los pastorcitos ven confirmada su vocación a una vida eucarística, a una vida hecha don a Dios por los demás. Acogiendo, por la adoración, la gracia de la amistad con Dios, son comprometidos, por el sacrificio eucarístico, con la ofrenda total de sus vidas.

El secreto que en Fátima se da es precisamente la revelación del misterio humano a la luz de Dios. En las imágenes que se suceden en la mirada de Jacinta, Francisco y Lucía, se ofrece la síntesis del drama difícil de la libertad humana…

El hecho creyente del Corazón Inmaculado se ofrece como oración y como sacrificio.
La Señora del Rosario convoca insistentemente a los videntes a la oración, ese lugar de encuentro en el que se enraizará su intimidad con Dios. Los trazos concretos de la oración pedida en Fátima son los del rosario..

Gracia y Misericordia
… Al final, todo es «Gracia y Misericordia». El misterio de la comunión trinitaria, luz que traspasa todo el acontecimiento de Fátima, se revela, aún, para recordar que el Corazón compasivo de Dios se hace don. Que el testimonio frágil de tres niños de una aldea remota de la Sierra d’Aire promueva, hasta los confines de la tierra, el encuentro con esa luz del corazón misericordioso de Dios, es apenas señal, confirmado también en Cova de Iria, de que la historia definitiva se construyó con la fuerza de Dios operando en la disponibilidad de los humildes.

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