San Benito, abad, Patrón de Europa (11 julio)

Las enseñanzas de San Benito, nacido en Nursia en torno al 480 d.C., son una de las levaduras más fuertes para el nacimiento de la cultura europea, tras la decadencia de la civilización romana. Es el punto de partida para la difusión de centros de oración y de hospitalidad.

“Un astro luminoso en un siglo oscuro”
Para San Gregorio es “un astro luminoso” en una época marcada por una grave crisis de valores. Su vida, desde la juventud, está marcada por la oración. Los padres, acomodados, lo envían a Roma para asegurarle una adecuada formación. Pero aquí encuentra a jóvenes dados a la mala vida y arruinados por el vicio. Benito, disgustado por ese estilo de vida, deja Roma. Llega primero a una localidad llamada Effide y después, vive como eremita en una cueva de Subiaco. Este periodo de soledad precede a una etapa fundamental en su camino: la llegada a Montecasino. Aquí, entre las ruinas de una antigua acrópolis pagana, San Benito y algunos discípulos construyen la primera abadía de Montecasino.

La Regla
La Regla escrita en torno al 530 d.C. Es un manual, un código de oración para la vida monástica. El estilo es familiar. Desde el prólogo hasta el último de los 73 capítulos, Benito exhorta a los monjes a aguzar “el oído del corazón” y a “no desesperar nunca de la misericordia de Dios”: «Escucha, hijo, estos preceptos de un maestro, aguza el oído de tu corazón, acoge con gusto esta exhortación de un padre entrañable y ponla en práctica, para que por tu obediencia laboriosa retornes a Dios, del que te habías alejado por tu indolente desobediencia».

Oración y trabajo
«La ociosidad es enemiga del alma; por eso han de ocuparse los hermanos a unas horas en el trabajo manual, y a otras, en la lectura divina”. Oración y trabajo no están en contraposición, sino que establecen entre si una relación simbiótica. Sin oración, no es posible el encuentro con Dios. La vida monástica definida por San Benito como «una escuela del servicio del Señor», no puede prescindir del trabajo concreto. El trabajo es una extensión de la oración. «El Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos».

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