Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XV del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Dt 30, 10-14; Sal 68; Col 1, 15-20; Lc 10, 25-37.
La Palabra de Dios hoy nos revela de forma excepcional como es el corazón de Dios.
En primer lugar, nos pide tener una actitud de escucha y apertura a Él. La primera palabra de Moisés en la primera lectura es «escucha». No es «oye», ni «atiende», sino «escucha»: en definitiva, déjate llenar por Él, y descubrirás a Dios en lo más hondo de tu corazón. Podemos leer muy despacio esa lectura, y lo descubrimos. Escucha.
Jesús en el Evangelio nos vuelve a revelar como es Él: el samaritano es su reflejo: se acerca, ve, pero ve de «forma especial», se compadece, y actúa. Igual que hace Dios, orienta su amor a las personas: el amor a Dios se dirige al amor a los hombres, al ser humano. Dios no se queda sólo en ritos sagrados, sino que está presente en el hermano, se acerca, y cura. Dios presente en el sufriente, y en quién me atiende.
También hoy podemos descubrir al Dios de Jesús, centro de la vida, como nos dice San Pablo en su carta a los Gálatas: Jesucristo el centro de la creación, que crea por amor, y nos llama a su plenitud, a vivir el amor. Solo en la medida que nos abramos a Él, podemos amar como Él.
Podemos leer de forma contemplativa estás lecturas, descubrirle como centro de la vida, sentirle cerca de nosotros, y pedirle amar como ama Él.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco