Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles III del Tiempo Ordinario.
Día 25 de enero, fiesta de la conversión de San Pablo.
Este hombre, Pablo de Tarso, es sorprendente. De perseguidor implacable, a cristiano convencido. Un hombre que cambia totalmente al encontrarse con el Señor Jesús.
Hoy es para leer detenidamente este Evangelio, teniendo en la cabeza la vida de Pablo: tras el encuentro con el Señor, entregado totalmente a Él:¿por qué? En Él ha encontrado la fuente misma de toda vida.
Efectivamente, no sabemos si los signos de que habla Jesús en el Evangelio de hoy se dieron tal cual en Pablo, pero si sabemos que su significado más hondo, estar “metido” en la vida, Pablo lo vivió.
Hoy podemos leer este Evangelio, contemplar la figura de Pablo, y pedir al Señor que, como el Apóstol, Él vaya siendo el centro de nuestra vida.
José Luis, vuestro Párroco