Hoja “Hoy Domingo” del Arzobispado – 5 febrero

EL SABOR Y LA LUMINOSIDAD CRISTIANA

La sal y la luz, el sabor y la luminosidad transforman respectivamente la masa de una comida y la espesura de las tinieblas. Desde el Evangelio de este quinto domingo ordinario a los creyentes se nos recuerda que debemos conservar el sabor genuino del Credo sin atenuarlo en la indiferencia; y que nuestro empeño misionero debe ser brillante sin ocultaciones cobardes.

La sal se aplica a las heridas, en una medicina rudimentaria, para cauterizarlas o desinfectarlas; eliminando los microbios, preserva los alimentos de la descomposición. Si el creyente es la sal de la tierra debe poseer esta inalterada fuerza de transformación y de purificación que conduce a la humanidad a las esencias y valores genuinos, pues aporta al mundo el sabor de fe, la purificación de esperanza, la fuerza del amor transformante.

La sal es sustancia que no se puede comer por si sola, pero que da gusto a los alimentos y solo es menester una pequeña cantidad para hacer agradable toda la comida. Su gusto es irreemplazable, por eso si pierde su sabor nada existe que pueda dar a la sal el gusto salado. De ahí que sea fácil concluir que el discípulo de Jesús ha de dejarse impregnar de

Tomado de la “Hoja” llamada HOY DOMINGO que nos ofrecen varios sacerdotes desde el Arzobispado de Madrid en su servicio de liturgia. Para leer el texto completo y más información para la semana, hay que entrar en este vínculo:  hoja hoy domingo para este día