Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la semana II de Cuaresma. Ciclo A
Lecturas: Gen 12, 1-4; Sal 32; 2 Tim 1, 8-10; Mt 17, 1-9.
Es sorprendente todo el relato de la transfiguración. Más aún lo que significa.
Mateo nos presenta un relato lleno de símbolos muy expresivos de una alta experiencia religiosa.
La montaña alta, el lugar de Dios; dos grandes personajes de la fe, Moisés, un caudillo libertador, y Elías, un profeta defensor del monoteísmo y gran místico; una nube “luminosa”, de dónde sale una voz que todo lo llena; y la luz esplendorosa que brota de Cristo, fuente de toda vida, de toda luz: elementos que nos hacen fijarnos en el centro de todo: Jesucristo el Señor, “el Hijo, en quién el Misterio se complace”, que nos invita a escucharle…
Tal vez podríamos “visionar” este relato, y contemplar a Jesús, y dejarnos llevar por Él. Tan solo de Él podremos sacar fuerzas para “tomar parte en los duros trabajos del Evangelio”. Y tan solo de Él podremos escuchar, como Abrán, nuestra vocación a la vida.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco