Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo I del Tiempo de Cuaresma.
Lecturas: Lc 4, 1-13.
Hoy me gustaría que más que fijarnos en las tentaciones nos fijáramos en el principio y final de este éste texto Evangélico.
Nos cuenta Lucas que Jesús se marchó al desierto llevado por el Espíritu, pero ¿qué es el desierto?
Mucho más que un lugar concreto geográfico, es aquel lugar donde «no hay nada», y podemos dedicar nuestra conciencia a estar con nosotros mismos y con Dios. Lucas nos dice que es el Espíritu quien lleva a Jesús. Tal vez hoy más que nunca nos haga falta «salir al desierto», buscar momentos de estar a solas nosotros mismos con Dios. Estar con Él. Jesús hoy se nos revela buscando ese encuentro con el Padre, despojado de todo, sin distracciones ni máscaras, ni otras cosas. Simplemente, estando con Dios.
En este encuentro podemos también tener muchas tentaciones, como Jesús. Y como concluye el texto, no va a dejar de haberlas.
Seguir a Jesús, vivir desde el encuentro con Dios, supone vivir optando y eligiendo. Jesús siempre va a elegir lo deseado por el Padre. Tal vez esta Cuaresma podamos ir teniendo el deseo de ir siendo igual que el Maestro.
Aprendamos y estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco