Miércoles IV de Pascua (ciclo C).
Lecturas: Jn 12, 44-50.
Hay dos mensajes fundamentales en este texto evangélico: la profunda comunión entre Jesús y el Padre, y su deseo de salvación para todo aquel que acoge a Jesús, y, por tanto acoge al Padre.
El Señor hoy se nos revela en su honda unión con el Padre. Todo el texto es una continua referencia a esa comunión. Y dentro de ella, el deseo, la propuesta, la inquietud, si podemos hablar así, por parte de Dios de la salvación para quien acoge a Jesús, y por tanto acoge al misterio de la vida que es Dios.
Me imagino que hay muchas formas de acoger a Dios. Hasta personas que no le afirman intelectualmente, de alguna manera acogen el misterio de la vida, el misterio de Dios.
Tenemos la dicha, el privilegio, de ser cristianos, de conocerle y acogerle. Por ello en un rato de oración en silencio, saboreando esta Palabra, podemos pedir a Dios capacidad para reconocer a Jesús, y estar con Él. Vivir ya ahora en nuestro encuentro con Dios nuestra vocación y llamada a la vida. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco