Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes de la semana IV de Cuaresma. Ciclo A
Lecturas: Jn 5, 1-3. 5-16.
Jesús está inmerso en la vida de su tiempo. Incluso se acerca a un sitio pintoresco: cerca del templo, por donde introducen los animales para ofrecer en el culto. Allí limpian esos animales ya que hay una fuente.
En ese lugar, fuente termal buena para la salud, y que amortigua el dolor corporal, se da una curiosa tradición: cuando el agua sale revuelta, hay exceso de sales, y hasta puede curar. La leyenda cuenta que «un ángel renueve el agua». Esta fuente tiene cinco pórticos. Hoy ha sido encontrada.
Jesús se acerca, mira, pregunta, comprende, y realiza un gesto: salva y cura. No indaga cómo es el paralítico, sino que sana. Cada persona es importante para Él. No por ser más o menos bueno, sino por ser persona. Obra con gran libertad: es sábado, pero realiza su gesto y servicio de sanación.
Hoy podemos contemplar así al Maestro: libre, acercándose, curando.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco