La Iglesia celebra el domingo 19 de marzo el Día del Seminario, este año con el lema «Levántate y ponte en camino». Una ocasión para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, sus formadores y las vocaciones sacerdotales.
«Levántate y ponte en camino», lema de este año
En la reflexión teológica que se incluye entre los materiales del día del Seminario de este año, se explica que el lema de esta jornada, «Levántate y ponte en camino», recoge una de las expresiones más repetidas en la Sagrada Escritura, «Levántate». Junto con las palabras de Jesús, «Yo soy el camino».
La expresión «Levántate», matiza este texto, refleja que la historia de la salvación es «una permanente insistencia por parte de Dios en levantar al hombre que, una y otra vez, cae y se aparta del proyecto de vida que Dios le ofrece». Por eso, «la caída no es definitiva. Lo definitivo es la gracia que regenera y salva, es la presencia del Señor que levanta, que pone en pie, que nos anima a reemprender el camino con nuevos bríos, con nuevas fuerzas».
En esta reflexión, se invita a recorrer el ministerio público de Jesús con atención para descubrir que «el Señor se inclina ante aquel que está postrado para decirle una palabra de vida y ponerlo en pie, para restituirle en la dignidad que había perdido». Él «nos perdona, nos cura, nos levanta para que tomemos conciencia de quiénes somos en realidad» pues «conocer al Señor es el camino más corto y más rápido para conocernos a nosotros mismos, no solo con lo que dan de sí nuestras fuerzas, sino desde la luz que nace del encuentro con el Señor».
Estamos llamados a recorrer un camino
Pero, además, «estamos llamados a recorrer un camino, a llevar adelante la peregrinación de la fe, a correr en la carrera» sabiendo que caminamos porque hemos conocido a Jesús, que nos ha dicho: «Yo soy el camino».
La Sagrada Escritura y la historia de la Iglesia, señala, están repletas de testimonios de hombres y mujeres que «tomándose en serio la llamada del Señor han abandonado la comodidad de una vida quizá más segura, y se han lanzado por los caminos del mundo dejándose guiar por el Señor». Entre ellos, se proponen dos modelos de creyentes «que se pusieron en camino y cuyas vidas iluminan las nuestras: san Pablo y san Ignacio de Loyola».
El texto concluye agradeciendo que Dios Padre, en su Hijo, «nos ha llamado a vivir siempre con el corazón levantado» y que «nos ha dado a cada uno una vocación preciosa en su Iglesia que «tendrá como horizonte el servicio».
Dios sigue llamando, nuestros seminarios están llenos de historias de vida donde es fácil reconocer la huella de Dios, su voz resuena: «Levántate y ponte en camino».