Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana III del Tiempo de Cuaresma.
Lecturas: Mt 5, 17-19
Siempre he creído que Dios se nos va revelando poco a poco. La revelación bíblica es gradual: Dios se va dando a conocer paso a paso hasta llegar a Jesús, su gran y mejor revelación, la más plena dentro de nuestras pobres limitaciones humanas (aún queda muchísimo más)
Cada uno de nosotros también, poco a poco, vamos conociendo quién es Dios en nuestra vida. Y quien somos cada uno.
Creo que así se puede entender este Evangelio: Jesús no viene a romper la primitiva Alianza y Revelación. Viene a dar plenitud a esa Alianza: el Dios que se comenzó a revelar en Abraham, Moisés, los profetas, en la historia de Israel, en toda la historia humana, hoy se nos revela en Jesús. Por ello es importante contemplar al Maestro, adherirnos a Él, vivir con Él.
Es la forma en que podremos realmente vivir: Jesús, plenitud de la vida. Estemos con El, dejémonos llenar por Él, que toda nuestra vida esté impregnada de Él. Pasemos un rato en silencio con Él, acompañemos nuestra respiración y nuestro sentir estando con Él.
José Luis, vuestro Párroco