Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes XXI del Tiempo Ordinario. Mateo 15, 1-13
Seguimos en la línea del «estar en vela»
Podemos entender esta invitación a estar preparados para el día el encuentro definitivo con Dios, o, también, para vivir con una actitud de descubrir la presencia de Dios en nuestra vida. Presencia real y misteriosa, pero Presencia.
La parábola hace referencia a una costumbre de las bodas del tiempo de Jesús: las amigas de la novia la esperaban en la puerta de la casa que sería el hogar del nuevo matrimonio; cuando llegasen los novios, entraban todos juntos, y comenzaría el banquete de bodas.
Es curioso como Mateo hace referencia tan sólo al novio. Tal vez nos quiera indicar que Dios es semejante a un novio que se casa con nosotros por amor, y nos llama al banquete, a la vida, (otra referencia a la Eucaristía, celebración de las bodas de Dios con su pueblo, comida de amor). Pues, tal vez sea así.
Creo que hoy a través de esta lectura Dios nos convoca a primero tener una actitud vigilante, contemplativa en esta vida, descubriendo su Presencia. Lo segundo, a dejarnos amar por Él, nuestro «auténtico novio». Y lo tercero, a vivir con Él compartiendo la vida, amándonos (en nuestras comidas, no solo comemos, compartimos la vida con aquellos a quienes queremos y damos). Leamos tranquilamente este Evangelio, entremos en él.
José Luis, vuestro Párroco