Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana VIII del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Eclo 24, 4-7; Sal 91; 1 Cor, 15, 54-58; Lc 6, 39-45
Tanto el Evangelio como la primera lectura nos hablan de dar frutos, de fijarnos en lo que sale de dentro.
Jesús es el hombre que tiene en su interior todo el misterio de un Dios que es Amor, que ama como un Padre y como una Madre. Por ello los frutos que da el Maestro son frutos de vida: acogida, comprensión, perdón, comprensión, servicio, entrega…
Leer y contemplar esta Palabra, nos podría llevar a contemplar cómo es el Señor, y que frutos da.
Sentirle a Él, que realmente habita en nuestro interior, nos podría llevar a dar esos mismos frutos de vida.
Vivir unidos a Él nos lleva a la vida de la que habla San Pablo.
Estemos con Él, y pidámosle dar esos frutos que son los suyos. Porqué de lo que está en nuestro corazón, habla nuestra boca y nuestras manos: sus frutos, frutos de vida.
José Luis, vuestro Párroco