Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la semana IV de Cuaresma. Ciclo C.
Lecturas: Jos 5, 9-12; Salmo 33; 2 Cor 5, 17-21; Lc 15, 1-3. 11-32.
Creo que estamos ante una de las páginas más bellas de los Evangelios.
Puede ser fácil que nos pensemos si somos como el hermano mayor, o el hijo pequeño. Más en un ambiente de examen de conciencia o penitencial.
Además, hasta podemos tener una cierta simpatía al hijo pequeño, y a la vez, antipatía al mayor.
Son embargo creo que hoy Dios a través de su Palabra nos invita a fijarnos en Él, reflejado en el padre de la parábola. Creo que es lo que intenta Jesús al contar este relato: el padre que respeta al hijo pequeño, que le aguarda, que sale corriendo al camino, le llena de besos, le restaura, prepara la fiesta, y vuelve a salir a recobrar al hijo mayor. Una persona a quién no le importa moverse buscando la vida de aquellos a quienes quiere.
Hoy Jesús nos llama a desear ser como el Padre, a desear ser como Él mismo.
Os invito a contemplar esta lectura, leerla, releerla, y dejarnos empapar por los sentimientos que porta esta parabola, reflejos de los de Jesús.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco