Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes XXII del Tiempo Ordinario. Lc 4, 31-37
Seguimos con Lucas.
Me llama hoy la atención las palabras del espíritu inmundo: «eres el Santo de Dios»
Hay muchos mensajes en este pasaje evangélico tan pequeño: enseña, cura, salva, se acerca…pero tan solo me quiero quedar con las palabras que dice ese espíritu inmundo: «eres el Santo de Dios»
Me quedo admirado ante esta presentación: el Santo, el bendito, el enviado…el que viene a salvar.
Hoy tendríamos que contemplar a Jesús así: El es el Santo, Aquel que no trae vida, que nos llena de paz y amor. Lo que hace, y lo vemos en este Evangelio, es salvar y sanar. No tiene prejuicios ni miedo ante este endemoniado, ni ante la «amenaza» del espíritu inmundo, sino que actúa y libera: Este es el Santo auténtico de Dios. Por eso decía que contemplar así al Señor es aquello a lo que Lucas nos invita. Nos quita la angustia de rompernos la vida.
Qué le contemplemos, y nos dejemos llenar por este Santo de Dios.
José Luis, vuestro Párroco