San Gregorio Magno (3 septiembre)

3 de septiembre: San Gregorio Magno, Papa, Doctor de la Iglesia.

Gregorio nació en Roma en torno al año 540 en el seno de una rica familia patricia romana, de fe cristiana. Sus padres le transmitieron los valores evangélicos con el ejemplo. Después de cursar estudios de Derecho, emprendió la carrera política y ocupó el cargo de Prefecto en Roma. Esta experiencia le ayudó a conocer los problemas reales de la ciudad y a desarrollar un profundo sentido del orden y la disciplina.

Pocos años después decidió retirarse, atraído por la vida monástica. Donó sus bienes a los pobres y convirtió la casa paterna, situada en el monte Celio, en un monasterio dedicado a san Andrés. Allí, en el recogimiento, se entregó a la oración y al estudio de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia.

El Papa Pelagio II lo nombró diácono y lo envió a Constantinopla como Nuncio. A su regreso a Roma, volvió a su monasterio del Celio. Tras la muerte de Pelagio II, en el 590, fue elegido como su sucesor.

Durante su pontificado, Gregorio reorganizó la administración pontificia y se ocupó de la Curia romana. Estableció que los bienes de la Iglesia fueran gestionados con absoluta rectitud, justicia y misericordia. Gregorio empleó sus propios bienes y los legados a la Iglesia para ayudar a los fieles. También trabajó por la paz promoviendo treguas y armisticios. Gregorio reformó la Misa y la hizo más simple; promovió también el canto litúrgico, que tomó de él el nombre de “canto gregoriano”.

Su epistolario cuenta con más de 800 cartas. Se conservan también numerosas homilías suyas. Entre sus obras, destacan Moralia in Iob (Comentario moral al libro de Job), y la Regla pastoral, en la que traza la figura del obispo ideal. Para demostrar que la santidad es siempre posible, escribe los Diálogos, una hagiografía en la que narra el ejemplo que dieron hombres y mujeres, tanto canonizados como no, acompañándolo con reflexiones teológicas y místicas.

Se puede decir que Gregorio fue el primer Papa que utilizó el poder temporal de la Iglesia, sin olvidar por ello el aspecto espiritual de su tarea. Fué un hombre de acción práctico y emprendedor. Dio inicio a una profunda reforma de la Iglesia y nos dejó numerosos escritos. La grandeza de su obra le valió el apelativo de “Magno”. Se mantuvo siempre simple y humilde. Murió el 12 de marzo del año 604, siendo sepultado en la Basílica de San Pedro.

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