Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles XXXII del Tiempo Ordinario. Lucas 17, 11-19
Un pasaje evangélico para contemplar y hacer nuestro:
Contemplar la escena momento a momento:
visualizar a Jesús entre los caminos, entre sus discípulos; a la entrada de un pueblo, un grupo de malditos le grita y le invoca: leprosos, malditos por todos, condenados a vivir fuera de la población y la familia, fuera de sus hogares, en la miseria y soledad más honda y profunda.
Una persona “normal”, se evadiría, o hasta les tiraría piedras para alejarlos, increpándolos. De hecho, los enfermos ni se acercan al grupo de discípulos y Jesús.
Pero el Maestro escucha y comprende; les da una orden: id a mostrar que estáis limpios.
Jesús ante los que sufren, se manifiesta como la fuente de la salud y la vida, la salvación.
Y ante un solo agradecido, se asombra “porque este sería el peor”.
Hoy se nos convoca a contemplar al Maestro, a presentarle a tantas personas como sufren, a pedirle por todos, y a tener sus actitudes: romper maldiciones. Al menos, sin prejuicios, orar por los “supuestamente” malditos.
Contemplar a Jesús, dejar que nos cale hondo, dejarle un sitio en nuestro ser.
José Luis, vuestro Párroco