Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana II del Tiempo de Cuaresma.
Lecturas: Mt 20, 17-28
Jesús predice si propia muerte, parece que los discípulos no se enteran.
Camino hacia Jerusalem, el Maestro se va dando cuenta de las muchas ampollas levantadas por su predicación, y sabe que su fin puede estar cerca. Sabe bien qué actitudes humanas no lo van a admitir. E intentarán hasta destruirle. También se sabe en las manos del Padre. Y también observa que los discípulos no le entienden.
Hay aquí dos tipos de entrega: la primera, la actitud profunda de servicio a los demás, el pasar desapercibido, en un segundo plano, haciendo el bien y dando vida; la segunda, la entrega de la propia vida por la fidelidad a la propuesta del Padre, ser su rostro y sus manos en este mundo.
Hoy corresponde leer este pasaje evangelico, y observa a Jesús: sus palabras, su obra, su estilo. Contemplar al Maestro, vivir con Él, descubrir un día más quién es Él. Dejarle un lugar importante en nuestro ser. Vivamos con Él.
José Luis, vuestro Párroco