Jornada de la Vida Consagrada «Caminado juntos»

«Caminando juntos». Este es el lema con el que la Iglesia celebra el 2 de febrero la Jornada de la Vida Consagrada, coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Señor.

Los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada invitan en su mensaje para esta Jornada «a caminar juntos» desde la consagración, la escucha, la comunión y la misión.

«Mientras avanzamos en el camino sinodal -escriben los obispos- damos gracias a Dios por el don de la vida consagrada que enriquece a la Iglesia con sus virtudes y carismas y le muestra al mundo el testimonio alegre de la entrega radical al Señor».

La Comisión Episcopal para la Vida Consagrada ha editado un material para facilitar la reflexión en torno a esta Jornada. Incluye el mensaje de los obispos. Testimonios de vida contemplativa; vida religiosa apostólica; de institutos seculares; del orden de vírgenes consagradas; y de nuevas formas de vida consagrada. Además, de unos textos para orar.

Acceder a la presentación de la Comisión, testimonios y textos sobre el Magisterio.
Jornada-de-la-Vida-Consagrada-2022-estampa con oraciónEn el mensaje para este año, los obispos explican que el lema «La vida consagrada, caminando juntos», evoca a volver la mirada al mismo Jesús «que se proclamó «camino, verdad y vida» (Jn 14, 6)». Para la vida consagrada, «la invitación a caminar juntos supone hacerlo en cada una de las dimensiones fundamentales de la consagración, la escucha, la comunión y la misión».

Caminar juntos en la consagración, explican, «significa ser conscientes de la llamada recibida, la vocación compartida y la vida entregada. En el fondo, supone darse cuenta de que a Dios solo se le encuentra caminando».

También señalan que la convicción de que este tiempo sinodal es tiempo de gracia y tiempo del Espíritu «anima a todos los consagrados a fortalecer la consagración viviendo este momento como una oportunidad de encuentro y cercanía con Dios y los hermanos«.

Caminar juntos en la escucha de la Palabra de Dios
«este camino común para encontrar a Dios solo se puede hacer desde la escucha». «Agudizar el oído para escuchar al Espíritu, a los hermanos con los que se comparte la vida y a la humanidad herida con sus gozos y tristezas es la mejor garantía para caminar juntos por las sendas de la fidelidad a la propia vocación», señalan.

También especifican las tres condiciones que se requieren para la verdadera escucha: reciprocidad, respeto y compasión. «Se hace necesaria siempre sincera comunicación, empatía hacia el otro y apertura de corazón para recibir la verdad que nos pueda comunicar. Solo así, los consagrados pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento y convertirse en testimonio interpelante en medio de la sociedad, que en ocasiones cierra sus oídos a la voz de Dios y al grito de los más débiles».

Caminar juntos en la comunión
En referencia a la tercera dimensión, explican que caminar juntos en la comunión, significa que «los consagrados están llamados a ser en la Iglesia y en el mundo <expertos en comunión>”. Una comunión que se ha de manifestar con Dios, con los que se comparte la vida y con toda la humanidad.

«La comunión eclesial, -resumen- que no supone uniformidad, es el sello de discernimiento y verificación del camino sinodal. Por eso, caminar juntos en unidad y armonía invita a los consagrados a fortalecer la comunión dentro de las mismas familias carismáticas; con otros institutos favoreciendo la intercongregacionalidad; y, sobre todo, en la Iglesia local, intensificando la implicación y la participación en la vida diocesana».

Caminar juntos en la misión
Por último, explican que «caminar juntos en la misión supone descubrir «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (EN, n. 80) y experimentar simultáneamente la alegría de creer y el gozo de comunicar el Evangelio«. En referencia a la vida consagrada, señalan, «caminar juntos en misión supone reforzar la corresponsabilidad y el compromiso en la misión de la Iglesia local aportando sus dones carismáticos sin perder nunca de vista la disponibilidad a la Iglesia universal».

Los consagrados, cada uno con sus dones y carismas, «contribuyen a enriquecer la misión de la Iglesia e incluso a posibilitar que la semilla del Evangelio pueda llegar capilarmente a ámbitos mucho más profundos».

«Las personas consagradas edifican el Cuerpo de Cristo y son testigos del reino en medio del mundo. De esta manera, soñando juntos, rezando juntos y participando juntos contribuyen decisivamente para que la Iglesia sinodal no sea un espejismo, sino un verdadero sueño que pueda hacerse realidad», concluyen los obispos su mensaje para esta Jornada.