Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana XXVII del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas: Lc 11, 1-4.
Hoy me gustaría quedarme en una frase “secundaria” en este texto: cómo le piden los discípulos: “enséñanos” a orar…
Los discípulos le han visto en una actividad íntima. Por mera discreción, uno no dice que le han visto haciendo algo muy personal (los evangelistas insisten que lo hace sólo, y que Jesús busca esa soledad) .
Ante esta indiscreción, Jesús no reacciona con enfado, ni con rubor, sino que con delicadeza, enseña, muestra, da palabras… Jesús sabe muy bien que hay en el corazón de los discípulos y enseña a orar…Igual que sabe lo que se encuentra en el nuestro.
Hoy podemos contemplar así a Jesús: el Dios de la apertura, del conocimiento y amor hacia los demás. El Dios que desea enseñar.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco