Educar es ofrecer un futuro. En la educación se prepara el camino que hace de cada ser humano un mejor humano.
Por eso, todo el esfuerzo que se haga en la educación es un esfuerzo necesario que contribuye al beneficio de todos. Al beneficio de cada pueblo, de cada ciudad, de cada sociedad.
La Iglesia se empeña en la educación desde sus orígenes: los maestros con sus discípulos en el tiempo apostólico, las escuelas monásticas y también estuvo presente en el nacimiento de las universidades.
Más cercana en el tiempo está la educación escolar de niños en situación de pobreza y abandono que encabezan carismas como los de S. José de Calasanz, S. Juan Bosco o S. Juan Bautista de La Salle.
La presencia eclesial en la educación tiene una larga historia y hoy, en nuestro país, sigue realizando una importante contribución a la educación de niños, jóvenes y universitarios. Innumerables instituciones educativas, concertadas o privadas, ofrecen la mejor educación con el modelo de Jesús como referencia concreta.
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