Los mayores son un tesoro. En cada familia y para toda la sociedad. Son un tesoro de experiencia y sabiduría, de inteligencia y también de empatía. Y tienen la facilidad de saber contar y la virtud de saber esperar.
En su relación con los adultos, con los jóvenes y con los niños son un apoyo imprescindible, porque su tiempo, entregado a la escucha, al consejo, al cuidado, es un tiempo de calidad y de cantidad.
Al encontrarse con los ancianos, todos escuchamos una llamada a custodiar la memoria y a reconocer, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con los mayores ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades.
Además, la Iglesia quiere ensalzar el protagonismo que tienen los mayores en su actividad diaria. De hecho, buena parte de su misión en las parroquias y en otras obras eclesiales se sostiene gracias a ellos, que participan en la actividad educativa, celebrativa o caritativa de la Iglesia.
También la Iglesia siente con ellos una responsabilidad. Cuando su vitalidad se agota y esta sociedad los entrega a la soledad y al descarte, la Iglesia les ofrece acogida y una experiencia de acompañamiento en todas sus circunstancias.
El texto completo en: /la-iglesia-en-12-semanas-2024/mayores/