Beato Ciriaco María Sancha y Hervás, Cardenal Arzobispo (28 febrero)

Don Ciriaco Sáncha y Hervás nace en Quintana del Pidio (Burgos) el 18 de junio de 1833. Era hijo de unos humildes trabajadores del campo. Cuando tenía 10 años muere su madre. En 1852, con ayuda en la preparación de su párroco, fue admitido al Seminario de Osma. Desde niño demostró mucha facilidad para el estudio, y durante los últimos años de Seminario enseñó, a la vez que estudiaba: Latín, Catecismo, Historia y Filosofía. Fue ordenado el 27 de febrero de 1858. En los primeros años sacerdotales manifestó facilidad tanto para las tareas pastorales parroquiales, como capacidad en el despacho de los asuntos de la curia diocesana y para la predicación. Completó sus estudios superiores en la Universidad de Salamanca.

En 1862 se trasladó a Cuba, como secretario del arzobispo de Santiago de Cuba. Allí llevó a cabo una meritoria labor asistencial y de cuidado de ancianos desprotegidos y de niños abandonados. También fue canónigo penitenciario y profesor de Moral. Se manifestó también lleno de caridad, organizador y firme defensor de los derechos de la Iglesia. Abrió un asilo para enfermos pobres y, el 5 de agosto 1869, cumplió su sueño de fundar una Congregación de religiosas para el cuidado de huérfanos inválidos y desamparados: la Congregación de Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, que en sus inicios se llamaron “Hermanas de los Pobres Inválidos y Niños Pobres”.

Cuando en 1875 el cardenal don Juan Ignacio Moreno y Maisonave fue nombrado arzobispo de Toledo, pidió y obtuvo del Papa que don Ciriaco Sancha fuese nombrado su auxiliar; por ello fue preconizado obispo auxiliar de Toledo, y titular de Areópolis, el 28 de enero de 1876. Don Ciriaco fue consagrado obispo en la Colegiata de san Isidro (Madrid) el 13 de marzo de 1876, añadiendo a su nombre de Ciriaco, el de María, para significar su devoción a la Madre de Dios. Siendo obispo auxiliar y, normalmente, residente en Madrid, fue designado consejero de Instrucción Pública, Superintendente de Religiosas en todo el Arzobispado, y nombrado confesor de la reina Mercedes y de sus hijos, los Infantes. Con su trato sencillo y su prestigio se ganó fácilmente las simpatías generales en Madrid y, en concreto del rey Alfonso XII y su familia. Así mismo trabajó para que Madrid fuera erigida como sede episcopal.

En 1882 fue nombrado obispo de Ávila. Esta diócesis se encontraba en una situación sumamente difícil. Don Ciriaco Mª reparó como pudo estos males, corrigió algunos abusos en el clero y fundó una nueva Congregación de monjas trapenses, la primera en España. Fue generoso con los pobres, y despertó con sus cartas pastorales el espíritu religioso de aquellos pueblos, bastante decaído. A principios de 1885, al tratarse de la erección de la diócesis de Madrid-Alcalá, la Santa Sede intentó por todos los medios que fuese confiada a don Ciriaco, pero no fue posible pues se opuso firmemente un ministro del gobierno por inquina personal.

El año 1886, al quedar vacante la archidiócesis de Santiago de Compostela fue llamado a ocuparla; pero, considerando más conveniente que sucediese en Madrid-Alcalá al asesinado obispo don Narciso Martínez Izquierdo, accedió y fue preconizado para esta importante sede en la capital de España en 1886. El 8 de septiembre de 1886 hizo su entrada solemne en la Catedral, siendo el segundo obispo de Madrid.

Dotado de talento fácil, doctrina, dócil a cualquier indicación de la Santa Sede, de intenciones sumamente rectas, de trato excelente y espíritu apostólico, llevó adelante numerosos proyectos pastorales. Después de largas y complejas negociaciones, en seis años consiguió que las veinte parroquias con que contaba Madrid se elevasen a treinta. Encontró solar para el nuevo Seminario de San Dámaso al que dio un nuevo impulso; se ocupó intensamente de mejorar la situación del clero, a cuyo fin obtuvo de la Santa Sede la disposición de que ningún sacerdote pudiera ir a Madrid desde otra diócesis sin el consentimiento de ambos prelados; puso en orden la administración de las capellanías. Hizo obligatorios durante algunos años los ejercicios espirituales al clero diocesano. A su iniciativa se debió también el I Congreso Católico Nacional, celebrado en Madrid, primero de una serie de seis y que consagró a don Ciriaco Mª Sancha como el padre del movimiento católico en España, el gran organizador de las fuerzas católicas, las cuales estaban divididas por cuestiones políticas. A su generosidad se debió el sostenimiento del periódico «El Movimiento Católico», órgano de coordinación de los Congresos. En sus conclusiones afirmaba: “Que la justicia social sea norma de toda nuestra legislación y regla inalterable de la vida social”. Muchas asociaciones y obras de piedad, debidas a iniciativas particulares, se desarrollaron con su apoyo.

En julio de 1892 es nombrado arzobispo de Valencia. Llegó a esta ciudad en momentos políticos muy difíciles y tuvo que enfrentarse al anticlericalismo local. En 1893 organizó el I Congreso Eucarístico Nacional, la Asamblea Nacional de las Corporaciones Católicas Obreras y una gran peregrinación a Roma con 18.000 obreros para agradecer al papa León XIII la publicación de la Encíclica «Rerum novarum». Su gran sensibilidad social le inspiró proyectos para fomentar la unión de los católicos y apoyó la organización de los círculos obreros y sindicatos católicos. Durante su pontificado la Santa Sede erigió la Universidad Pontificia de Valencia, en 1896, con Facultades de Filosofía, Teología y Derecho Canónico, y creó las preceptorías de Latín, que surgieron por la imperiosa necesidad de una mejor formación de los seminaristas. Promovió también, como lo haría después en Toledo, la creación del Montepío del Clero de carácter cooperativo-benéfico.

El 18 de mayo de 1894 el papa León XIII lo crea cardenal de la Iglesia y le asigna el título presbiteral de San Pietro in Montorio.

En 1898 fue nombrado arzobispo de Toledo y Primado de España, lo cual llevaba aparejado también el nombramiento de Patriarca de las Indias Occidentales. Hizo su entrada solemne en Toledo el 5 de junio de 1898. Entre sus primeras medidas estuvo la reforma del Seminario Conciliar. Igualmente realizó la estructuración territorial diocesana, adecuada a la situación geográfica y demográfica, aprobando en 1900 el nuevo arreglo parroquial de la diócesis. En su pontificado toledano llevó a cabo una intensa labor pastoral y social entre los más necesitados, en tiempos de especial dificultad política. A partir de 1889 inició la creación de escuelas gratuitas para obreros, orientadas para las diversas edades y situaciones (nocturnas). La importancia de esta iniciativa hizo conveniente la creación del Patronato de Escuelas Católicas de Toledo, con un concepto pedagógico de educación integral. Impulsó el sindicalismo de inspiración católica y fomentó la creación de círculos católicos en distintas poblaciones. En 1904 se había empezado a publicar «El Castellano», periódico católico surgido dentro del movimiento potenciado por las “Asambleas de la Buena Prensa” y que constituyó un fuerte medio de difusión de las iniciativas del cardenal y, en general, de las ideas de la doctrina social de la Iglesia.

De su actuación como primado destaca la celebración, en 1907, de la primera Asamblea Plenaria del Episcopado Español.

Falleció en Toledo el 25 de febrero de 1909 y su cuerpo reposa, siendo muy venerado, bajo el altar de la Capilla de San Pedro, antigua parroquia de la Catedral Primada. Fue Beatificado el 18 de octubre de 2009. Desde la época visigoda no había sido declarada solemnemente por la Iglesia la santidad de un arzobispo de Toledo. Las Letras Apostólicas que se leyeron en dicho acto lo calificaban como “diligente e infatigable testigo de Cristo, padre de los pobres y servidor de la unidad de la Iglesia”.


Resumen de: Arzobispo Beato don Ciriaco María Sancha y Hervás – Archidiócesis de Toledo (architoledo.org)